martes, 2 de junio de 2009

pág 184, ejercicio 7. Angramain y el rey Joan

Joan en medio de un salón, sentado en una butaca. La cara apoyada en la mano. La mirada perdida y una gran sonrisa de felicidad. Baja del techo Angramain en un fino hilo y queda suspendida ante sus ojos.

ANGRAMAIN: Hola Joan, o –entona irónicamente- ¿debería decir su majestad?
JOAN: Deberías, pero soy magnánimo y feliz. Puedes llamarme Joan.
ANGRAMAIN: ¿Por qué en tu reino no hay ni violencia ni poder?
JOAN: Porque después de mucho pensar en los problemas del mundo, he llegado a la conclusión que esos son los mayores males de la humanidad. Los que producen guerras, desgracias, desigualdades, hambre y miseria.
ANGRAMAIN: Pero, ¿qué me dices de la ambición?
JOAN: La ambición es sinónimo de poder. Da igual que quieras mandar, que quieras dinero, pisotear a alguien.... Todo se reduce al poder.
ANGRAMAIN: Es cierto, ya veo que has pensado mucho. Pero, ¿qué tiene que ver eso con el hambre en el mundo? La miseria que produce una guerra ya la entiendo, pero el hambre, el HAMBRE con mayúsculas....
JOAN: Pídeme algo. Te traigo una mosca para que comas. No hay problema. Pero ahora suponte que cuantas más moscas tengo, más poder tengo. No te daría ninguna. Es más, intentaría quitarte las que pudieras coger. Resultado: tendrías hambre.
ANGRAMAIN: Vale, vale, me has convencido. Pero entonces, ¿qué pintaría un rey en ese país? ¿No darías mal ejemplo con tu poder sobre los demás?
JOAN: No, no. Yo debería ser el más humilde, el menos poderoso, el más generoso. Sólo así se puede ser rey en mi país.
ANGRAMAIN: Pero, entonces.... ¿para que sirves?
JOAN: Te lo estoy diciendo. Para dar ejemplo. El día que se me note un ápice de poder o ejerza la violencia, mi pueblo de sustituirá por alguien que se lo merezca.
ANGRAMAIN: Pero... No te pueden castigas. No se puede usar la violencia.
JOAN: No hace falta la violencia. ¿Hay peor tortura que saber y que todos sepan que te han destituido por no cumplir las normas?
Siguieron hablando largo y tendido. Joan parecía muy convencido. Angramain, cada vez se convencía más.
ANGRAMAIN: ¿Puedo vivir contigo?
JOAN: No, aún no. De momento... puedes soñar conmigo.


Rocío Berrade Asín

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