jueves, 12 de febrero de 2009

La Cruz

Su rostro mostraba terror. Aunque estábamos en penumbra, se veían claramente sus ojos mojados en lágrimas. Apenas tenía ocho años. –¿Qué te pasa?– le pregunté, pero el no me contestó. –Ya está, ya ha pasado– dije para calmarle, pero parecía no oírme. –¡¿Hola?!– le decía en voz alta, pero nada. De repente el niño murmuró diciendo: –Lleva esta cruz al cementerio y entiérrala en una tumba muy antigua en la que pone... en la que pone...¡¡CHARLES DEEP!!- dijo gritando la última palabra, y cayó al suelo instantáneamente. –¡Dios mio!– grité yo. Tenía una cruz clavada en la nuca. Era una cruz cristiana, de madera y hecha a mano. Parecía que me iba a desmayar. Grité para pedir ayuda pero se me había olvidado que estaba en un pueblo deshabitado durante la guerra que estaba transcurriendo (2ª guerra mundial). Me pellizqué para saber si era un sueño, pero no despertaba. Y ahí estaba el cadáver, con la cruz clavada en su cabeza. Estuve un buen rato pensando que hacer hasta que... por fin me decidí a coger la cruz y enterrarla, pero cuando la cogí... sentí un miedo intensamente fuerte y la tiré al mar. De repente desperté en mi cama. Era solo un mal sueño. Pero sentía la presencia de alguien que me resultaba familiar. Escuché unos lloros y una respiración jadeante, y... allí estaba, un niño que apenas llegaba a los ocho años, con una herida en la nuca, un medallón que ponía Charles Deep y una cruz cristiana empapada de agua.

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